Nek Romero ha firmado un debut con picadores ilusionante, rotundo, clarividente y, además, en su pueblo, que es Algemesí. No había entradas. En la calle Montaña no cabía un alfiler. Y en chiqueros, al fin, una novillada bien presentada y, además, brava. De Victoriano del Río, como para las máximas figuras. Más importancia todavía para el examen.
‘Soleares’, el primero del lote de Nek, se pegó dos costaladas y se le midió en el caballo. Pero en banderillas empezó a galopar y en la muleta exigió mucho mando. Avisó varias veces. Puntazos al muslo, coladas, una cogida de puro bravo. Nek Romero no se amilanó. Al contrario, siempre con la mente despierta, las zapatillas bien agarradas al piso y la capacidad para tragar e imponerse.
Complejo. El toque y el enganchar la embestida tenían que ser exactos. Los terrenos de compromiso. Empujar la embestida hasta el final, que a la mínima se te quedaba ahí, en los tobillos y se revolvía. Muy encastado ‘Soleares’. Poderoso Nek Romero con el novillo de su debut con picadores.
Un diana floreada, el emotivo brindis a su abuela. La emoción del momento y ‘Soleares’ pidiendo sitio y que las cosas se le hiciesen de verdad, por abajo. El toreo de Nek Romero fue auténtico y verdadero, los naturales salieron profundos, muy enganchados, largos, emocionantes. El de Victoriano no dejaba que le levantasen la mano. La plaza estuvo conectada siempre a la faena. La estocada, inapelable. Dos orejas de gran mérito. Digámoslo claro, ese novillo habría desbordado a más de uno en Algemesí y en Sebastopol.
Con ‘Pudorosón’ fue otra cosa. Fue ese toro, ese novillo, alto de cruz de Victoriano del Río, serio y que tiene una embestida boyante a media altura. La faena de Nek Romero tuvo prestancia. Desde la larga cambiada de saludo al vistoso tercio de banderillas, con un gran par, el segundo, aguantando mucho al toro. La faena de muleta se inició con uno cambiado por la espalda y ahí ya le consiguió soplar un circular como remate.
Algemesí era una fiesta, la banda arrancaba y la primera serie por naturales de Nek tenía majestuosidad, muy vertical, el compás cerrado. De cualquier manera. La suerte cargada, el pecho volcado, la cintura acompañando la embestida. Por la diestra más profundo, más despacio. La plaza en pie tras cada tanda. Se recreaba Nek Romero, como en el patio de su casa o en la Plaza Mayor de su pueblo. Manoletinas al cierre. Hubo dos pinchazos que le privaron del triunfo rotundo. Al final cayó otra oreja y la vuelta al ruedo para el novillo como premio al conjunto enviado por Victoriano del Río. La puerta grande fue emocionante. Una multitud aguardaba en la calle Montaña.
Manuel Caballero abría cartel. La Ribera, la comarca donde se enmarca Algemesí, y Albacete siempre han tenido lazos de unión. Hay costumbre de ir a la Feria de Albacete por aquí. Manuel Caballero padre toreó en Algemesí hasta de matador.
Fue aparecer el primer novillo y la sensación de las tardes atrás ya cambió. Había seriedad, trapío, hechuras, pitones. El novillo imponía y hasta derribó al picador. Novillo también al que aguantar y llevar muy cosido. Miraba, desparramaba y medía.
Caballero estuvo muy seguro. Varias claves tuvo su faena. Terrenos y sujección. Todo en una baldosa, pero sin darse coba ni encantarse. Mandó en el toreo. La pata adelantada al natural. La voltereta llegó en los últimos muletazos, cuando buscaba la igualada. Estocada arriba. Novillo bravo. Una oreja que pudo ser algo más si esto sucede en el tercer capítulo de la tarde.
Buena impresión también de Manuel Caballero con el noble tercero. Parecía que le iba a faltar vida, pero sacó muy buen fondo en el último tercio. Seriedad y nobleza. Muy ajustado Manuel Caballero y arrimón final. Solo falló la espada.
La puerta grande solo fue para Nek Romero. Esto acaba de empezar. Pero no sé si el torero todavía sigue allí haciéndose fotos y repartiendo abrazos. Qué gozada vivir el toreo desde Algemesí.
EMBESTIDAS 